El Prolapso Rectal es la salida del recto a través del ano (generalmente durante la defecación, pero puede ocurrir simplemente con estar de pie); lo más frecuente es que esto ocurra poco a poco al paso de los años pero a veces ocurre de un momento a otro al evacuar.
Casi nunca es un sólo motivo; en general se debe a una mezcla de factores: debilidad progresiva de los músculos que sostienen el recto, pérdida de las fijaciones normales del recto a los huesos de la pelvis, a una herida antigua que haya lastimado los nervios de la región, la episiotomía durante el parto (cortada que hacen en la vagina para que el niño salga más fácil), a partos con niños muy grandes, a trabajo de parto prolongado, uso de fórceps, o a parásitos en el intestino (gusanos), entre otras.
Generalmente ocurre en pacientes ancianos, pero puede pasar a cualquier edad (niños, jóvenes y ancianos). El paciente sabe que se le sale el recto, pero tarda mucho en ir al médico por pena y decide empujarlo con sus manos para volverlo a meter cada que se sale. Al principio el recto se sale sólo al ir al baño, pero posteriormente se está saliendo todo el tiempo aún sin pujar.
Además, el paciente puede tener escurrimiento de moco, sangrado escaso, estreñimiento, o salida involuntaria de materia fecal y gases (incontinencia). Todos estos síntomas cada vez son peores pero, como van apareciendo tan lento al paso de los años, el paciente se acostumbra a vivir así y acaba resignándose a que no tiene solución.
Para un diagnóstico correcto se debe revisar directamente al paciente y pedirle que puje para ver que se sale el recto.
Es muy importante que dicha revisión la haga un especialista en Coloproctología pues muchos médicos (inclusive gastroenterólogos y cirujanos generales) pueden confundirlo fácilmente con hemorroides, lo que llevaría a un tratamiento completamente erróneo. Además, existen muchas otras condiciones con que se puede confundir, como los pólipos, tumores, papilas anales, entre muchas otras.
Por si fuera poco, además de la revisión física, es necesario realizar varios estudios especiales para establecer un tratamiento y pronóstico adecuados, y sólo un especialista sabe cuales son estos estudios y cómo interpretarlos.
Dependiendo el caso, será necesario realizar algunos o todos los siguientes estudios especiales: rectosigmoidoscopía, colonoscopía, colon por enema, manometría anorrectal, latencia motora de nervios pudendos, electromiografía anorrectal, ultrasonido endoanal de 360º y videodefecografía. Estos estudios permiten determinar la anatomía y la función del ano y recto, lo cual es indispensable para determinar el tratamiento y pronóstico del paciente.
Sólo un médico especialista va a poder interpretar adecuadamente estos estudios. Pregunte a su médico cuáles de estos estudios requiere usted, como se hacen y para qué sirven.
Solo en el caso de que la causa sea por parásitos (gusanos), la enfermedad se pude curar con medicamentos. Para todos los demás casos se requiere forzosamente de cirugía.
Existen varios tipos de cirugía para este problema; en algunos casos la cirugía se hace a través del recto y en otros, a través del abdomen, tanto por cirugía tradicional como por cirugía laparoscópica.
Explicar en qué consisten exactamente estas cirugías está fuera del objetivo de este documento, pero, en general, se puede decir que consisten en «cortar lo que sobra por fuera del ano», o bien, «volver a fijar el recto al hueso sacro (Rectopexia)». Pregunte a su cirujano cual es el procedimiento que requiere su caso particular, en qué consiste y sus riesgos.
Entre más tiempo pase, el problema será más grave. Debido a la salida constante del recto, los músculos del ano quedan muy débiles (“aguados”) y los nervios muy “estirados”, por lo que el paciente tendrá incontinencia fecal irremediable. Otra complicación es que el recto se puede quedar atorado afuera sin poderlo volver a meter, lo que poco a poco ocasiona que no llegue la sangre adecuadamente y mucho dolor; éste problema requiere tratamiento urgente antes de que el recto se pudra y/o perfore.